SOLTANDO A MAMÁ
¿Qué significa realmente soltar a mamá? No se trata de alejarla, ni de negarle la oportunidad de compartir nuestros triunfos y desafíos. Soltar a mamá es más bien un delicado equilibrio entre demostrar independencia y seguir llevándola contigo en este camino de la vida adulta.
A medida que crecemos, nuestras madres pueden sentir cierta reticencia a dejar atrás la imagen de nosotros como niños, temiendo que enfrentemos dificultades o que no hayamos aprendido a cuidarnos por completo. Es en este punto que debemos demostrar, con acciones más que palabras, que somos capaces y responsables.
A continuación quiero compartir con ustedes una valiosa reflexión sobre el significado de «soltar a mamá». Nos invita a comprender que este acto no implica separación, sino más bien un proceso de crecimiento en el que llevamos con nosotros el amor y la sabiduría de nuestras madres.
Soltando a Mamá
-De Lucia Toranzo-
Soltar a mamá no es dejarla de lado, ni siquiera es necesario poner distancia de por medio o privarla de compartir nuestros logros.
Soltar a mamá es, una vez que somos adultos, traerla con nosotros de este lado, a ellas les cuesta dejar el periodo de la niñez, les asusta que vayamos a equivocarnos o que no hayamos aprendido a cuidarnos, entonces, es momento de demostrar que si podemos, con hechos más que con palabras.
Soltar a mamá es mostrar que crecimos y el que crece comprende y asume responsabilidades sin dejar de ver el bien común, es dejar de pedir permiso y comenzar a cumplir promesas, es cambiar regaños por no causar preocupación, es asumir riesgos sin dejar de bajar la cabeza, para pedir su bendición.
Soltar a Mamá es regresarle la misma dedicación que mostró hacia nosotros, para desvanecer sus miedos, es darle tiempo para aceptar que terminó la obligación en ella y llegó la convicción en nosotros: «te libero de mí, pero no te dejaré nunca porque te amo», el amor y la gratitud supera por mucho la necesidad y la costumbre.
Soltar a mamá es decir gracias, es incluirla, es ver a la mujer y respetar sus elecciones, es graduarla y darle todos los honores, es compartirle nuestros aciertos que son también los suyos, porque un adulto entiende que estaba improvisando movida por el amor y que la mayor de sus elecciones fue querernos, razón más que suficiente para honrarla toda la vida.
Soltar a mamá es comenzar a disfrutarla y con ello honrar nuestro pasado, evitemos terapias en ese sentido, estamos a tiempo, reinstalemos a nuestras madres en el mismo lugar donde estamos colocados ahora que crecimos, en el de los adultos, en el de los maduros, en el de los seres humanos, no atrás, no adelante, a nuestro lado, pues sin ella, nunca hubiéramos llegado.
En el camino de la vida, todos experimentamos momentos de transformación y crecimiento. Soltar a mamá es un capítulo significativo en este viaje, una oportunidad para demostrar nuestra madurez y gratitud por todo lo que nos han brindado. Es un acto lleno de amor y respeto que no implica distanciamiento, sino una redefinición de nuestra relación.
Al soltar su mano, estamos abrazando sus enseñanzas y valores, llevándolos con nosotros mientras exploramos nuevos caminos. Este proceso nos permite no solo reconocer su influencia en nuestro crecimiento, sino también honrarla de manera profunda y auténtica. Soltar a mamá es más que un paso, es un tributo al amor eterno que nos une, y a medida que avanzamos, llevamos consigo el regalo invaluable de su amor en cada paso que damos.
«A través de soltar a mamá, creamos un espacio para el amor y la armonía en nuestras vidas, liberándonos de patrones limitantes».
Por Aleja Bama