HONRO MI LINAJE MASCULINO

Para sanar a los ancestros hay que sanar la relación con la madre y también es muy importante honrar el linaje masculino, es decir sanar la relación con el padre, ya que al ir creciendo podemos ir almacenando dolor, miedo, resentimiento, ira; ante la figura masculina. Este sentimiento crece desde la infancia hasta adulto y se perpetua a través del tiempo.

Trabajar la sanación ancestral paterna, permite aceptar, reconocer y regresar a los antepasados aquellos que hemos heredado «quizá sin mucha conciencia». Repetimos modelos, hacemos alianzas de menosprecio, menos valor a lo masculino en la familia y mantenemos enojos, de los cuales vemos las consecuencias y actuamos en función de un prográmate que hemos sentido o escuchado. A continuación Carta para sanar a los ancestros.

Honrando mi linaje masculino una carta a mi padre

Honro mi linaje masculino y te honro a ti papá, por ser el paciente agricultor de mi alma pues, tras haber sembrado tu semilla, cultivaste con amor y entrega aún sin poderme sentir dentro de ti. Recibiste tu cosecha con la más delicada ternura y construiste un cordón de corazón a corazón, para unirte conmigo en amor.

Te bendigo porque de ti he aprendido cómo protegerme, proveerme, cuidarme, guiarme. Y, si hubieron algunas carencias, sé que fui yo quien te eligió así para, precisamente, aprender de esa experiencia.

Me responsabilizo de todo aquello que yo acepté e integré en mí como verdadero. Reconozco que tú cumpliste tu labor de la mejor manera posible de acuerdo a tus propios recursos y dando cumplimiento al contrato de alma que ambos acordamos. Nos perdono por cualquier sufrimiento que hayamos cocreado y nos agradezco las lecciones que de éste obtuvimos. Nos libero de toda historia de dolor, de miedo, de enojo, de tristeza y su consecuente karma en nuestras vidas.

Sé que me he convertido en quien hoy soy gracias a tu aportación a mi vida. Todo lo que necesite corregir y mejorar es ya labor mía y me sé acompañada por ti en cada paso, pues el cordón que entreteje tu corazón al mío es inquebrantable y siempre palpitante.

Es tu mirada la que me ha enseñado a ser mirada y reconocida por los hombres. Es tu amor el que me ha mostrado cómo merezco ser amada. Es tu misericordia la que me ha dado confianza para mostrar mi fuerza. Son tus caricias las que han dejado memoria en mi piel para sólo permitirse ser tocada por el otro en total amor y entrega. Asumo mi proceso y la responsabilidad de sanar con los otros hombres de mi camino todo lo que haya quedado pendiente contigo.

Te amo. Gracias.

Carta escrita por Cecil Tavera

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