HONRAMOS A LA FAMILIA CON NUESTRO NOMBRE
Sí, eso es lo que nos inculcan al ponernos el mismo nombre que otra persona de nuestra familia. Y que conste que mi familia no se salva, porque uno de mis hermanos se llama como mi papá y el otro hermano lleva el nombre de mi abuela (en masculino).
Colocar el nombre de un antepasado es la costumbre. Es una manera de honrar a mi abuelo o a mi abuela. Es una manera de preservar la “marca” de la familia. Lo cierto es que nada más errado de esto, porque el inconsciente humano no sabe de bromas, y si mi nombre es el nombre de otra persona de mi familia, inconscientemente estoy recibiendo la orden de ser “esa persona”.
Mi hermano no es como mi papá, he de aceptarlo. Y mi otro hermano, no es como mi abuelita. Sin embargo, en cuestiones de valores, costumbres económicas (ahorros, gastos, inversiones, compras), gustos al comer o relaciones amorosas, vaya que sí son parecidos.
El problema de llevar a cuestas éstas herencias inconscientes gracias al nombre, es que no siempre las personas a las que queremos “honrar”, han tenido una vida satisfactoria. Incluso he escuchado decir a una que otra persona: “Llevo el nombre de mi abuela y me asusta” porque ella nunca logró nada, era muy enfermiza y perdió muchos hijos.
Y es verdad, asusta.
En Biodescodificación, se ha comprobado que a veces, únicamente tener el nombre de ese familiar especial, es la causa de todos nuestros problemas económicos, amorosos o de salud.
- Mi nombre puede provocar que yo no me case a los 24 años, sino que me case a los 40 como la tía.
- Mi nombre puede provocar que mi negocio nunca despegue, tal como los negocios de mi padre nunca le funcionaron.
- Mi nombre puede provocar que yo tenga la misma enfermedad que mi madre y mi abuela.
Y es que la mente humana es tan compleja, que se mezcla con la biología. Y de pronto una célula orgánica, contiene memorias emocionales. Es algo así como mezclar una fruta deliciosa con cables eléctricos. Es así sin más. Llevar el nombre de otro familiar, es también una lealtad familiar.
Todos sabemos lo que es ser leal a alguien y básicamente se trata de pensar igual, creer en lo mismo, apoyarse y comprenderse.
- En mi familia todos somos muy creyentes (lealtad familiar).
- En mi familia todos somos muy unidos (lealtad familiar).
- En mi familia todos somos comerciantes (lealtad familiar).
- En mi familia nadie terminó el bachillerato (lealtad familiar).
- En mi familia todas las mujeres se casan con alcohólicos (lealtad familiar).
- En mi familia, todos los hombres nos llamamos José (lealtad familiar).
¿Y qué pasa si yo no soy creyente, soy el más desapegado, no soy comerciante sino profesor titulado y mi pareja no ingiere alcohol lo mismo que yo y además siempre me la paso diciendo que me digan Tito? Que estoy siendo desleal a mi familia (y sigo hablando del inconsciente).
Por lo tanto la familia (padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, bisabuelos, etc), me ven como la oveja negra, me rechazan, me critican, me llaman malagradecido, traicionero, hablan de mí a mis espaldas y no me invitan a sus reuniones.
Y si algo busca por naturaleza el ser humano es pertenecer, es biológico, buscamos pertenecer a la manada, ser reconocidos por la manada, respetados por la manada. Es por ello que cuando llega un nuevo bebé a la familia y por ese sentimiento de “pertenencia”, nombramos a nuestro nuevo hijo o hija como alguien de la familia. Y lo hacemos inconscientemente.
Queremos que nuestro crío, sea parte de la manada, reconocido por la manada, respetado por la manada. Y a su vez, buscamos que la misma manada, nos agradezca el detalle, nos felicite por tan maravillosa elección de nombre.
Mi bebé se llamará Benito como mi abuelo, tan buen hombre y tan dulce, honraremos su memoria nombrando a éste bebito como él.
¡Lástima que Don Benito fue asesinado por unos ladrones aquella noche en su cumpleaños 58 caray! Mi bebita se llamará Flor, como la tía Flor, que siempre me cuidó y siempre le estaré agradecida, fue como mi segunda madre.
¡Lástima que la tía Flor me cuidó debido a que tenía el tiempo, porque nunca encontró pareja, sufrió varios abortos, vivió enferma de Lupus y murió a los 48 años!
Así que ustedes pueden ponerle el nombre que deseen a sus hijos, es su derecho y es respetable. Pero regálense un tiempo para valorar si realmente es por “honrar” a una gran persona, es por “culpa”, es por obligación, es por miedo al qué dirán o es porque valoraron los pros y los contras y sin dudarlo, es un grandioso nombre.
-Akasha Sanación Integral-