CARTA PARA SANAR CON PAPÁ

Papá, siempre creí que yo no tenía nada que sanar contigo, que mamá era la que había sido una bruja cruel que a punta de gritos e insultos había roto en mil pedazos mi corazón, y que tú eras ese caballero de la armadura perfecta, divertido y genial.

Todo iba bien papá, hasta que me casé. Y empecé a repetir a mi madre, a sentirme exhausta, cansada, ignorada, no apreciada, no valorada, enojada y sin ganas de vivir. Y un día me di cuenta que mi esposo me trataba como tu tratabas a mamá.

Es verdad, tú fuiste siempre más paciente conmigo de lo que fue mi madre, sin embargo no escogí un hombre que me tratara como tú, escogí un hombre que me trata como tú tratabas a mamá.

Y como duele papá

Como duele que te tiren a loca cada vez que quieres hablar de algo importante, como duele que no te den tu lugar, como duele que no respeten tu descanso, como duele esa falta de consideración, como duele que las labores del hogar y de los hijos no estén repartidas equitativamente, como duele darlo todo y que nadie lo aprecie, como duele saber que hay otra mujer que le quita lo que yo le ahorro, como duele papá.

Duele mucho no ser escuchada ni tomada en serio. Duele que ese hombre no respete tus límites, duele sentirse ignorada por el hombre que amas.

Esa violencia emocional es muy dolorosa. Es una violencia pasiva que no he sabido librar mas que a gritos y reclamos. Me he llenado de una amargura que inevitablemente se ha visto reflejada en eso tan sagrado que yo hubiera querido jamás lastimar.

Por eso mamá estaba tan triste, por eso tantas veces descargó en mí sin querer toda su furia, su rabia y frustración. Supongo que por eso mamá vivía deprimida y enojada. Se obligó a sí misma a quedarse en una relación en donde no era feliz, tenía el corazón roto y no veía salida.

A veces pienso cómo hubiera sido mamá si tú hubieras sido un hombre fiel, que siempre la hubiera respetado, apoyado y te hubieras interesado en su mundo. Tal vez hubiera vivido menos enojada todo el tiempo.

Pero no te culpo papá, sé que tus padres tampoco se llevaban bien y que tu padre tampoco te mostró con su ejemplo la dignidad con la que una mujer debe ser tratada. Y también sé que mamá tampoco tuvo ese ejemplo en casa.

Y veo con tristeza como las historias se repiten, y sabes qué papá, ha llegado la hora de sanar nuestro linaje familiar.

Quiero perdonarte, por no haber sabido ser un mejor esposo con ella, por no haberme dado con tu actuar el ejemplo de cómo un hombre debe tratar a la mujer que ama, y a la vez la perdono a ella, por no haber sabido manejar tanto dolor, por no haberse sabido dar su lugar y haber descargado muchas veces en mí su impotencia.

Los perdono a los dos, ambos hicieron lo mejor que pudieron con lo que recibieron de sus propios padres. Sé que ahora si pudieran lo harían diferente. Ambos son inocentes, los miro con compasión y los abrazo en mi corazón con toda mi gratitud.

Yo soy lo mejor de ambos y les agradezco todo eso bueno que me dieron y que hoy me hacen la maravillosa persona que soy. Gracias padre, Gracias madre.

Sé que yo los escogí por que eran perfectos para mí y les agradezco los momentos dolorosos y también los momentos felices, por que ambos me han dado toda la enseñanza que me habita.

Hoy tengo la certeza de que soy digna de amor y que mi felicidad proviene de mí y de nadie más, y que un día el gremio masculino sabrá tratarme con el amor, admiración y respeto que merezco, y como sé, que tu quieres que yo, tu hija amada, sea tratada papá.

Gracias papá. Te amo tal y como eres

ATTE: Tu hija

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