4 ACTITUDES QUE DEBILITAN EL VÍNCULO CON TUS HIJOS

Ser padre, madre, abuelo, abuela o un educador eficaz, no es nada fácil. Cada niño viene a este mundo con sus propias necesidades que debemos saber atender, con virtudes para ser potenciadas y emociones que deben fomentarse, ser orientadas y desarrolladas.

Educar no es sólo enseñar a los niños a leer o mostrar cómo pueden llevar a cabo su trabajo en la escuela o con el ordenador. Ser padre o madre no es comprarle a los niños un teléfono móvil en su cumpleaños, ni asegurarnos que le hemos puesto el cinturón de seguridad cada vez que entras en el coche. Es mucho más que eso.

La educación también es saber cómo decir “No” y, al mismo tiempo, decir “Sí” con la mirada, porque la educación no sólo es prohibir, es abrir nuestros corazones a nuestros hijos y fortalecer todos los días el vínculo emocional que tenemos con ellos dándoles a entender que estamos juntos en cada momento para proporcionarles madurez como personas felices y capaces.

Sin embargo, en algunas situaciones, incluso conociendo la teoría, no se aplica en la práctica. Además de padres, también somos parejas, empleados, empresarios o personas que quieren cambiar de trabajo y, posiblemente, todavía queremos alcanzar nuevas metas profesionales. Todo esto ocurre concomitantemente en nuestra vida cotidiana y, sin saber cómo, empezamos a cometer errores en la educación de nuestros hijos.

Si eres padre o madre de familia, se acordará de cuando era niño y sabrá, sin duda, lo que más apreció – y todavía aprecia – O lo que se perdió en sus días de infancia. Si su infancia no fue particularmente feliz, entenderá qué aspectos rompieron ese vínculo emocional con sus padres, estos errores no deben repetirse en ningún caso con sus hijos. Vamos a hablar de ello.

1. No escuchar.

Los niños hablan y preguntan continuamente. Pueden hacerte un millar de preguntas, muchas dudas y cientos de comentarios de los momentos más inoportunos. Ellos quieren saber, experimentar, quieren compartir y entender todo lo que pasa delante de ellos.

Ten muy claro que si le dices que se calle, si le obligas a guardar silencio, o no respondes a sus palabras, respondiendo con dureza o con rudeza, esto hará que en un corto plazo el niño deje de dirigirse a ti. Favoreciendo sus propios espacios de soledad.

2. Castigarlos, transmitiéndoles falta de confianza.

Hay muchos padres que relacionan la palabra educación con el castigo, con la prohibición, con una firma y el autoritarismo rígido en el cual todo debe hacerse como se dice y cualquier error es castigado. Este tipo de conductas educativas resulta en una falta de autoestima muy clara en los niños, inseguridad y, al mismo tiempo, una ruptura del vínculo emocional con ellos.

Si castigamos no enseñamos. Si me limito a decirle al niño lo que hace mal, nunca sabrá cómo hacer algo bien. No utilice esas estrategias, ya que se sentirá limitado y humillado. Todo esto puede generar ira, resentimiento y inseguridad. Evite siempre esta actitud.

3. Compararlos y etiquetarlos.

Pocas cosas pueden ser más destructivas que comparar a un hermano con otro, o de un niño a otro para burlarse de el, dar a entender sus escasas habilidades, sus fracasos, su falta de iniciativa. En ocasiones es un error que muchos padres cometen al hablar en voz alta con los niños como si ellos no lo escucharan.

“Es que mi hijo no es tan inteligente como el suyo, es más lento, ¿qué se puede hacer?”. Tales expresiones son dolorosas y generar en ellos un sentimiento negativo que no hará que sientan odio hacia los padres, pero sí un sentido interno de inferioridad.

4. Gritarles y confiar más en las órdenes que en los argumentos.

No trataremos el abuso físico, ya que creemos que no hay peor forma de romper el vínculo emocional con un niño que cometer este acto imperdonable.

Pero hay que tener en cuenta que existen otros malos tratos, casi igualmente destructivos. Este es el caso de maltrato psicológico, en el que se arruina la personalidad del niño por completo, su auto-imagen y confianza en sí mismo.

Hay padres que no saben hacer frente de otra manera a sus hijos, siendo siempre a gritos o elevando la voz sin una razón justificable, provocando un estado de euforia y continuó estrés en los niños; no saben en quién o qué apoyarse, no saben si han hecho algo bueno o malo. Los gritos continuos enfurecen y hacen daño, ya que no hay diálogo, solamente órdenes y críticas.

Hay tener mucho cuidado con estos fundamentos. El no escuchar, el no hablar y no demostrar apertura, comprensión, o anular el diálogo son maneras de ir apartando poco a poco a los niños de nuestro lado. Ellos nos consideran como enemigos de los que deben defenderse y se romperá el vínculo emocional con ellos.

La educación es una aventura que dura toda la vida, ya que nadie es un verdadero experto. Sin embargo, sólo se basará en los pilares de la comprensión, afecto y un apego saludable que ofrece la madurez y la seguridad de que esta persona también es parte de ti.

-Valeria Sabater-

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