Un Camino Hacia la Felicidad a Través de la Relación con la Madre
Bert Hellinger revolucionó el corazón y el alma de la terapia familiar mediante la iluminación del inconsciente. Si bien gran parte de la psicología se centra en la exploración de los conflictos en nuestra niñez, el trabajo que Hellinger realizó, era siempre el de examinar las tragedias en la familia.
“El movimiento sanador comienza con la unión con nuestra madre. Por esa razón aquello que se percibía como disyuntivo, aquello que nos separaba de nuestra madre, vuelve a unirse”.
¿Cómo podemos ser felices o hacer un camino hacia la felicidad?
La felicidad empieza muy temprano, empieza con la madre y se sigue manteniendo en la relación con ella. El camino de la felicidad se interrumpe cuando perdemos el contacto con la madre, por supuesto también con el padre pero eso está en segundo lugar.
Se puede observar, por ejemplo; yo lo hago a veces cuando miro la televisión, miramos a los actores o a los que están hablando, y entonces mi mujer pregunta: ¿Cuál es la relación de éste con su madre? Se puede ver enseguida, el que está en conexión con su madre brilla, tiene una expresión de alegría y es amado por otros, eso se nota fácilmente; o cuando uno viene y dice que no está feliz, entonces yo pregunto por su madre, por su relación con su madre.
Yo tengo en mi corazón a la madre de esta persona ya presente con respeto y como yo respeto a su madre puedo llevarlo hacia su madre y de pronto comienza, también, a radiar, a brillar. Éste es un camino a la felicidad.
¿Es reparable la relación con la madre? Ya que para muchos es una relación de conflicto.
Los conflictos son necesarios. Muchas relaciones con la madre están bloqueadas porque tenemos expectativas con respecto a esa persona que va más allá de lo que se puede esperar de un ser humano; y si los padres fueran perfectos, si la madre fuera la ideal, nosotros no seríamos capaces de vivir, no tendríamos la fuerza para vivir.
Somos capaces de vivir porque nuestros padres tienen errores. Eso es lo que nos introduce en la verdadera vida, o sea, amamos a nuestros padres así como son, tal cual como son, y así nos volvemos felices.
Estaba pensando, si todo lo que nosotros recibimos de nuestros padres, cosas que nos duelen por ejemplo, ¿todo es perdonable?
Un hijo que está perdonando, está acusando al mismo tiempo a los padres, se está poniendo por encima de ellos, y pierde a los padres, su suerte y su felicidad.
Todo lo que sucede en cuanto lo puedo aceptar, decir que sí, así como fue se convierte en una fuerza; en cuanto lo rechazo o lo perdono quedo débil, me pongo por encima y la vez quedo pequeño.
¿La aceptación no es ponerse por debajo en una situación, entonces?
No lo estoy aceptando, le estoy diciendo que sí, si lo acepto así soy pasivo, cuando le digo que sí soy activo y al decir que si algo se transforma, al aceptar no se transforma nada. Es una diferencia importante.
Si en mí existiera un brillo por el tipo de relación que tengo con mi madre, ¿qué le pasaría a mi madre para conmigo?
Ella por supuesto también está feliz; sobre todo se abre el corazón de la madre y su amor puede fluir hacia ti, las dos van a estar felices.
Había una vez un hombre que me dijo que su madre lo odió cuando era pequeño y ella vivía muy cerca de donde era este curso; entonces le dije: “vete a visitarla”. Al otro día volvió, estaba radiante y le dije: ¿pero qué hiciste?, fui y le dije a mi madre: “estoy contento de que me pariste…”, y la madre brillaba, radiaba y él también. Tan fácil es la felicidad.
¿Cómo nos preparamos entonces, para ser buenas madres, o ser de las madres que queremos brillar en los ojos de nuestros hijos?
Muy simple: amar a la madre de uno mismo. Ahora tú también brillas…
Con la idea de cerrar esta nota, quería preguntar acerca de cómo queda el lugar del padre, ya que hablamos solo del lugar femenino ¿El padre se reivindica, tiene protagonismo o por el simple hecho que la madre ocupa el lugar que tiene que ocupar esto se da por añadidura?
Sí, el padre está en segundo lugar. Pero hoy día los padres están muchas veces excluidos, y el padre que está excluido pone triste a la madre, la hace infeliz.
Para que la madre sea feliz ella tiene que respetar y amar al padre y eso no siempre es muy simple porque los hombres son distintos, los tenemos que amar así como son: distintos.
Y los niños necesitan al padre, porque para la felicidad es necesario que ellos puedan tener al padre. Entonces niños felices son aquellos que son mirados por la madre y, la madre a través de este niño ama también al padre; y el padre mira a los hijos y a través de ellos ama también a la mamá. Ese tipo de niños son felices.
Fuente: Entrevista realizada a Bert Hellinger. Intérprete