Vínculo Materno Doloroso: Cuando tu Madre te Lastima
Muchas veces nos encontramos con una dolorosa realidad, nuestras propias madres, quienes deberían ser fuente de amor y apoyo, a veces se convierten en fuentes de dolor y desesperanza. Parece como si llevaran consigo una carga de amargura y resentimiento que se manifiesta en reproches y humillaciones. Es importante reconocer y abordar esta situación, buscando apoyo y recursos para sanar y encontrar un camino hacia la reconciliación y el bienestar emocional, especialmente cuando tu madre te lastima.
Estas madres, marcadas por el sufrimiento no resuelto, se tornan tóxicas y destructivas, y sus hijas e hijos se ven en la encrucijada de querer acompañarlas, pero sin saber cómo lidiar con la avalancha de palabras hirientes.
Cuando tu Madre te Lastima
“Si yo no soy feliz los demás tampoco”, este parece ser el lema de algunas personas que no lograron muchas de sus metas, que no se estabilizaron con sus relaciones afectivas y que en general no lograron diseñar un proyecto de vida que las satisficiera.
Muchas de estas personas son mujeres que al llegar a la vejez son tóxicas y destructivas con quienes le rodean, sin duda tienen una historia de dolor de abandono de profunda tristeza, pero sin resolver, sin atender. Unas porque no supieron cómo, otras porque no entendieron y otras menos porque se creyeron que la vida es sufrimiento y dolor. Así se educaron a muchas mujeres con la premisa de sufrimiento y dolor como materia prima para la vida. El problema que eso a lo largo de los años se convierte, en coraje, amargura, resentimiento y «alguien me las tiene que pagar».
Son frecuentes los comentarios de los hijos y las hijas que desean acompañar a sus madres en este periodo de la vejez pero estar cerca los enferma Llego a verla y empiezan los reproches, «que si no has venido que si no te importo» y aquella que les recuerda siempre: «primero tuviste madre”. Otras mencionan la franca humillación que viven junto a estas madres. “Siempre supe que eras una inútil”, “nunca fuiste mejor que tu hermana”. Estas madres son un poco verdugo, un poco victimas pero desde cualquier ángulo hacen daño. Son madres toxicas, madres destructivas.
En muchos casos, estas madres tóxicas llevan consigo una carga emocional que se remonta a generaciones pasadas. Heredaron patrones de crianza disfuncionales y nunca tuvieron la oportunidad de sanar sus propias heridas. Muchos temas femeninos que fueron tabú hace muchos años ahora se ponen en la mesa de discusión y aquí citaríamos a las madres que nunca quisieron serlo, a las mujeres que fueron obligadas a ser madres porque no había otra opción de vida.
«Nunca es tarde para sanar las heridas del pasado y construir un futuro lleno de amor y comprensión».
Otro caso serían las mujeres que vivieron por años con su maltratador y dejador oficial. No le podemos decir ahora que le sonrían a la vida, pero si podemos informales que no importa la edad que tengan, no importa cuán grande sea su historia de maltrato hacia los demás, están a tiempo de pedir ayuda profesional.
El dolor, la amargura y la desesperanza se trabaja para sanarlas y remover esas arenas movedizas nunca hará tanto daño como callarlas. La soledad les pesa, aunque digan que no, el desamor les duele, aunque digan que no, la distancia que las hijas y los hijos les tiene, les duele aunque digan que no.
Es crucial comprender que su comportamiento no es una excusa, pero sí es una ventana a la complejidad de las relaciones familiares. Al reconocer este ciclo, los hijos pueden desvincularse de la culpa y comenzar el proceso de sanación tanto para los hijos como para sus madres.
El primer paso hacia la sanación es comprender que la responsabilidad emocional de las madres no recae sobre nosotros. Cada uno de nosotros merece ser amado, respetado y valorado. Buscar apoyo profesional, como terapia o grupos de apoyo, puede ser un catalizador para este proceso. Al establecer límites saludables y aprender a comunicarnos con amor y compasión, se puede construir relaciones basadas en el respeto mutuo y el crecimiento emocional. Recuerda, el camino hacia la sanación es un acto de amor propio y un regalo que nos damos a nosotros mismos y a las futuras generaciones.
Y si fuera el caso de que no les importe no hagan caso, pero si les interesa vincularse positivamente con sus seres cercanos, busque ayuda profesional, ya existen terapeutas especializados en atender personas adultos mayores. Lo que hemos construido hasta ahora es nuestra responsabilidad y si queremos podemos modificarlo.