Almas que Sanan: Transformando el Árbol Genealógico Familiar

En el camino de la vida, surgen personas cuyo propósito va más allá de su propia historia. Son aquellos que se erigen como guardianes del legado familiar, dispuestos a desafiar los patrones del pasado y liberar a sus descendientes de cargas que han perdurado por generaciones. Son almas que sanan y van transformando el árbol genealógico familiar, actuando como eslabones de una cadena que busca la evolución y la sanación profunda.

Cuando uno se da cuenta que repite patrones del padre o de la madre, surge una verdad reveladora: el deseo de cambio y evolución. Aquellos que toman la decisión de romper con esos patrones están, de alguna manera, escuchando los susurros generacionales que les instan a corregir el rumbo para las futuras generaciones.

En cada linaje, en algún punto, surge una alma destinada a llevar la antorcha de sanación a todos sus ancestros.  Estos individuos, muchas veces etiquetados como «ovejas negras» o forasteros, tienen la visión de discernir y la voluntad de cambiar los destinos de sus familias.

Su labor es una contribución invaluable, no solo a su propio linaje, sino a la red entrelazada de vidas que les preceden y suceden. Así, nos adentramos en el viaje para explorar las siete características distintivas de estos sanadores ancestrales y comprender cómo, a través de su valentía y dedicación, están tejiendo una nueva narrativa para sus familias.

  • La oveja negra de la familia.
  • El que rompe con las tradiciones y costumbres.
  • El que ve los errores de la familia y los quiere cambiar.
  • La personas que saca a relucir los secretos de la familia.
  • El que se vuelve holístico y espiritual.
  • El que no se siente parte del clan familiar.
  • El raro de la familia.

«Cuando honramos a nuestros ancestros, liberamos a nuestros descendientes».

Aunque puedan enfrentar críticas y juicios por parte de sus familiares, estos individuos están llevando a cabo una labor esencial al liberar a su árbol genealógico de patrones negativos que se han arrastrado a lo largo de generaciones. A pesar de las apariencias, su amor por la familia es tan profundo que, en este momento, asumen el papel aparentemente del malo con el fin de facilitar la liberación y transformación.

Esta valiente tarea no solo es una muestra de coraje y compasión, sino también una señal de profundo entendimiento del poder de la sanación en el tejido familiar. Alguien tiene que ser el catalizador del cambio, y estos individuos han respondido a ese llamado de una manera admirable.

Recuerda, como bien dice Bert Hellinger, terapeuta alemán conocido por sus trabajos en terapia familiar sistémica: «Cualquier miembro de una familia que se libera es como un regalo para toda la generación».

Realizando un decreto de liberación:

  • A mis padres los libero de sentir que conmigo han fallado.
  • Libero a mis hijos de la necesidad de enorgullecerme para que ellos escriban su propio camino según su corazón le dicte.
  • Libero a mi pareja de la obligación de complementarme porque nací sola y moriré sola por lo que yo soy la única responsable de mi felicidad.
  • Nada me falta, aprendo de cada ser todo el tiempo.
  • A mis abuelos y ancestros que se fueron encontrando para que yo hoy aquí respire, los libero de las culpas del pasado y de los deseos no cumplidos consientes de que hicieron lo mejor que pudieron, por eso los honro, los amo, reconozco inocente a todos y cada uno de ellos.
  • Me desnudo ante sus miradas para que sepan que no oculto ni debo nada más que ser fiel a mi misma y a mi propia existencia, lograr mi paz, salud, amor propio, felicidad y abundancia que es mi única responsabilidad
  • Renuncio al rol de salvador, de ser quien une o cumple expectativas ajenas.
  • Aprendiendo a través del amor bendigo mi esencia, mi forma única de expresarme, aunque alguien no pueda comprenderme.
  • Yo me comprendo porque solo yo he vivido y experimentado mi historia, porque me conozco sé quien soy, lo que siento, lo que hago y por qué lo hago.
  • Me respeto, me amo, me cuido y apruebo.
  • Honro la divinidad en mí y en cada persona.
  • Yo, junto a toda mi familia me declaro un ser libre, amoroso, lleno de salud, luz, abundancia y felicidad.

Cada paso hacia la sanación ancestral es también un paso hacia un futuro más libre y lleno de posibilidades. Que este camino sea guiado por el amor y la sabiduría de aquellos que nos precedieron y por la esperanza de aquellos que nos seguirán.

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