Podando el Árbol Genealógico
La familia, a menudo, puede convertirse en un espacio complejo, donde la autenticidad parece ser una meta difícil de alcanzar. En ocasiones, se siente como una cárcel emocional, donde desviarnos de las expectativas establecidas nos lleva a enfrentar juicios, vergüenza y, en algunos casos, rechazo. Sin embargo, al comprender que el árbol genealógico también se puede podar, podemos liberarnos de cargas innecesarias y permitir que nuevas ramas de crecimiento florezcan en nuestra historia familiar.
La familia es como un árbol. Tiene raíces profundas que se extienden en el pasado, un tronco que sostiene su estructura y ramas que crecen hacia el futuro. Al igual que un árbol, la familia necesita ser podada de vez en cuando para que pueda crecer y prosperar. La poda es ese proceso de quitar ramas muertas, enfermas o dañadas de un árbol.
Este proceso nos invita a reconocer que no todos los miembros de nuestra familia nos aman, protegen o comprenden de la misma manera. Cada individuo tiene su propia percepción y su propio camino de vida, y eso está bien. Sin embargo, cuando ciertos patrones familiares generan conflicto o malestar, es crucial abordarlos para cultivar relaciones más sanas.
Corta la relación con tus familiares hirientes
Podando el árbol genealógico. Ámalos pero aléjate si ya no suman. No todas las madres y los padres aman y defienden. Algunos solo luchan por sus ideales personales. Hay familias tan hirientes y dañinas que la distancia se convierte en el único remedio para sanar.
Hay tíos enloquecidos que vuelcan en nosotros su ira, su rencor y sus heridas. Hay padres (papá-mamá) a quienes no les importamos ni antes, ni ahora, ni nunca. Hay hermanos, hermanas crueles, abusivos, violentos y que se creen con derecho sobre nosotros.
Hay familiares que traicionan que roban, hablan mal, chismorrean y envidian lo nuestro. Hay familiares que quieren verte bien, pero jamás querrán verte mejor que ellos, que se reúnen para hablar mal de ti y entre ellos consolarse haciéndote ver a ti como el malo de su película. Que hacen bandos para desacreditarte, pensando que así son mejores que tú.
Hay hijos que no aman a sus padres, que son groseros, que están con ellos porque les conviene y para obtener alguna ganancia. Hay familias solo están para nosotros cuando les conviene y para seguir usándonos en nombre de la sangre que nos une.
«El amor es el movimiento del corazón hacia el otro. Amar significa permitir que el otro sea como es, sin juzgarlo ni intentar cambiarlo».
Es importante hacer una reflexión, dejemos también de romantizar la familia, la pareja, los padres, los hermanos. Necesitamos crecer, evolucionar, sanar, poner límites. Es necesario ver la sombra, el lado oscuro de nuestro árbol y tener la fortaleza para alejarnos de lo que nos ha dañado.
Tenemos que ser nuestra prioridad y dejar de sufrir por familiares que solo nos roban la energía. Cada quien que se haga cargo de su vida, reconócelos, pero no formes parte de sus heridas, su ira, su abandono, su hipocresía, su conveniencia, su chantaje, su manipulación.
Los amo a todos, pero, me necesito lejos de ustedes
La práctica de podar el árbol genealógico nos insta a examinar las raíces de nuestros patrones familiares, permitiéndonos entender cómo influyen en nuestra vida actual. Al hacerlo, ganamos perspectiva sobre las dinámicas familiares que pueden ser tóxicas o limitantes.
Es esencial recordar que la poda no implica rechazar o abandonar a la familia, sino más bien, se trata de establecer límites saludables y fomentar relaciones basadas en el respeto mutuo y la comprensión. Esto nos permite liberarnos de cargas emocionales innecesarias y cultivar conexiones más auténticas.
Al embarcarnos en este proceso, es importante ser compasivos tanto con nosotros mismos como con nuestros familiares. Reconocer que todos somos seres en evolución, y que cada uno de nosotros carga con su propia historia y experiencias, nos brinda una nueva perspectiva para abordar los desafíos que puedan surgir.
Además, es beneficioso explorar herramientas complementarias, como la comunicación asertiva y la práctica del perdón, que pueden ser de gran ayuda en el proceso de sanación y transformación familiar. Recuerda, la poda del árbol genealógico es un acto de amor propio y de cuidado hacia nuestras futuras generaciones.